Al protagonista de esta pieza de Francisco de Quevedo se le aproxima implacable la última hora, pero lejos de vivir desesperanzado sus últimos días lo hace tranquilo y aquietado.
La doctrina de Quevedo, salpicada de referencias bíblicas y de reminiscencias clásicas,enseña que el optimismo debe presidir nuestros días, y que no se ha de vivir con angustia ni sufriendo por temor del porvenir.
Ni nuestras acciones, virtuosas o viciosas,ni la vida sacramental son decisivas para el juicio de Dios, pues en tal caso su graciaquedaría rebajada al nivel del comportamiento humano, y los hombres pecarían siempre de soberbia. Bien mirada, esta diferencia cualitativa entre Dios y sus criaturas no es desventajosa para los pecadores.
Francisco de Quevedo (1580-1645) es una de nuestras figuras literarias más eminentes. Ciertos prejuicios curriculares sobre los géneros literarios han dado lugar a que su poesía sea más conocida que su prosa, cuando esta se encuentra repleta de enseñanzas éticas, políticas y filo... Ver más sobre el autor
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Facultad de Filosofía - Facultad de Filología (UCM)
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