Esta novela es un conmovedor alegato feminista, sin que sin embargo se declare como texto feminista; una denuncia de los terribles efectos del alcoholismo para la vida de muchas mujeres, sin que explícitamente anuncie que lo quiere ser. Pero textos como el de Crane seguramente sean más convincentes, más efectivos, que las declaraciones altisonantes y los discursos moralizantes.
La historia de Maggie que nos cuenta Stephen Crane es triste, despiadada, naturalista... De niña malvive entre padres alcohólicos, siempre violentos: violentos entre sí, violentos con los hermanos de Maggie, violentos con la pobre Maggie.
Pero un día como cualquier otro el amor romántico –el disfraz varonil con el que tantas veces se presenta la esperanza– llama un día a su puerta y ella se deja engatusar. Desde entonces cada uno de sus propios pasos la encaminan a su desdicha final.