Tradicionalmente se ha considerado la vida sexual, así como los engaños y trampas de los que muchas veces se ha de participar para que sea verdaderamente satisfactoria –por ejemplo, practicándola con quien se desea, y no solo con quien se puede (el cónyuge)–, como patrimonio masculino sobre el que las mujeres no tienen ni voz ni voto.
Esta visión tradicional la combatió Boccaccio hace ya muchos siglos. En los relatos aquí recogidos son ellas las que llevan la voz cantante, en un sentido nada sentimental: son las mujeres las que diseñan ingeniosas artimañas para acostarse con quienes les place, sin que sus maridos, inocentes ellos, se enteren de nada
La relevancia de Giovanni Boccaccio (1313-1375) para el desarrollo del humanismo europeo, asegurar la pujanza de las lenguas romances o introducir nuevos géneros literarios en la república de las letras es incuestionable. Aunque El Decamerón le ha procurado fama universal, es aut... Ver más sobre el autor
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