La memoria es una de nuestras facultades más misteriosas: contiene siempre más de lo que nuestra conciencia alumbra, es fidedigna e infiel a partes iguales, nunca informa por sí misma de lo que en ella es recepción o más bien reconstrucción nuestra.
En estas páginas San Agustín nos desvela todas sus paradojas, así como el enorme potencial que tiene para nuestro conocimiento de sí y del mundo.
Enseña también a que no nos extraviemos como consecuencia de sus fluctuaciones y habituales añagazas, y a que, por el contrario, seamos capaces de enderezarla en el camino cierto, que no es otro que el de la conversión, pues solo cree verdaderamente quien verdaderamente ha caído
San Agustín (350-430) es responsable de que el cristianismo tenga la forma por la que lo conocemos tradicionalmente, incluso en sus grandes desgarros y divisiones internas, incoadas ya en la letra de sus escritos. Él es también nuestro gran puente hacia la Antigüedad clásica, y s... Ver más sobre el autor
Utilizamos únicamente cookies propias con finalidad técnica, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Más información en nuestra política de cookies. Aceptar